Etsuko Kanetmisu
Etsuko Kanetmisu es apenas una niña, con tan solo 14 años el pasado lunes vivió uno de los episodios más trágicos de su vida. Un capítulo que, sin duda, marcará el resto de su adolescencia. "‘¿Por qué han parado la alarma si todavía puedo ver el avión que nos ataca en el cielo?”, se preguntó cuando las sirenas dejaron de sonar sobre Hiroshima y el B-29 continuaba sobrevolando la ciudad. Miró hacia arriba una vez más y una luz cegadora le quemó el rostro.
La joven cuenta que sintió una gran fuerza que le empujó varios metros, cayendo al suelo del patio del instituto donde estudia, que se encontraba a 1,4 kilómetros del epicentro. La joven cayó de frente y al levantarse pudo comprobar que su pecho y la parte delantera de su cuerpo, salvo el rostro, estaban intactos. Sin embargo, toda la ropa había desaparecido de la parte trasera de su cuerpo. Cuando fue a tocarse la espalda sintió un dolor muy intenso, su piel había desaparecido. Miró entonces a su alrededor y todo lo que hacía unos segundos estaba allí había desaparecido, incluidas las compañeras con las que apenas segundos antes había estado jugando en el patio.
No recuerda cómo llego a casa. “Mi madre consiguió un médico, pero él dijo que no tenía muchas posibilidades de salir adelante con vida y que era mejor que se esforzara en otros heridos menos graves”. Mi madre no quiso escucharle y le suplicó: “Póngale aceite en el rostro, es una chica y necesita que se la pueda mirar a la cara o no tendrá ningún futuro”. “El dolor que siento es insoportable y no sé si llegaré a superar todo esto”.