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Desde que comenzó la Segunda Guerra Mundial hace seis años, el conocido “padre de la bomba atómica” se ha involucrado fuertemente para desarrollar dicha bomba. En 1941, Lawrence, Vannevar Bush, Arthur Compton y james Conant intentaban que el Comité de Uranio establecido por el presidente Franklin Delano Roosvelt en 1939, les asignara el proyecto de la bomba, ya que opinaban que avanzaba con demasiada lentitud. Estos invitaron a Oppenheimer a que asumiera el trabajo de cálculo sobre los neutrones, tarea a la que se volcó con decisión. Cuando el ejército de EEUU recibió la orden de llevar a cabo el programa nuclear tras la entrada del país en la guerra, el general Lesli Groce nombra a Oppenheimer director científico del proyecto.

 

Una de las primeras actuaciones de Oppenheimer una vez nombrado director fue reunir en las instalaciones a destacados científicos europeos como Hans Bethe, Enrico Fermi o Edward Teller, estudiosos que se sentían cercanos a Estados Unidos hasta el punto de ayudar al país a desarrollar la potente arma que podría darles la victoria en la contienda bélica. Con este grupo se ocupó de calcular qué había que hacer y en qué orden. El personal del laboratorio ha ido aumentando desde la dirección de Oppenheimer; ha pasado de tener 250 empleados a casi 2.500 a finales de este proyecto.

 

Entre Oppenheimer y Groves decidieron buscar un laboratorio centralizado y secreto. Ese lugar se situó en Nuevo México, donde se construyó el laboratorio secreto de Los Álamos. Finalmente, el pasado 16 de julio, en las inmediaciones de Alamogordo (Nuevo México), ha tenido lugar la primera explosión experimental de la bomba atómica, que ha venido a confirmar a las autoridades civiles y militares de Estados Unidos el éxito rotundo que ha obtenido el equipo científico dirigido por Oppenheimer. 

El padre de la bomba atómica

Robert Oppenheimer

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