Hiroshi Sawachika
Hiroshi Sawachika se encontraba en su puesto de trabajo, a unos cuatro kilómetros del epicentro, en el momento de la explosión. A las ocho y cuarto de la mañana Hiroshi acababa de entrar en su oficina; atravesó la puerta, dio los buenos días a sus compañeros y comenzó a caminar hacia su escritorio. Todavía no se había sentado cuando, a través de las ventanas, vio producirse un extraño fenómeno. El exterior apareció repentinamente teñido de un resplandor de color “rojo brillante”. Mientras miraba asombrado el espectáculo, un súbito e intenso calor asaltó sus mejillas. Sin entender del todo lo que estaba ocurriendo, pero actuando de manera inconsciente de acuerdo a su formación militar, ordenó a todos los presentes que evacuasen instantáneamente la oficina. No tuvieron tiempo. Apenas las palabras hubieron emanado de su boca, todos salieron despedidos por los aires, empujados por la onda expansiva.
«Tan pronto di el grito, me sentí ingrávido, como si fuese un astronauta. Estuve inconsciente unos veinte o treinta segundos. Cuando recuperé el sentido me di cuenta de que todos los presentes, incluido yo mismo, estábamos tendidos en un mismo lado de la habitación. No quedaba nadie en pie. Los escritorios y sillas también habían volado y estaban amontonados en el mismo lado. Ya no había cristales en las ventanas, incluso los marcos habían desaparecido. Me acerqué a las ventanas para averiguar dónde había tenido lugar el bombardeo. Entonces vi la nube en forma de hongo»